Cuatro años después del remake del film de 1989 basado en la novela de Stephen King, llegó esta precuela para expandir la historia del cementerio indio maldito.
Y no es que "Pet Sematary: Bloodlines" sea una mala película (tampoco exactamente buena), el problema es que en pocas palabras aporta poco y nada.
Los hechos son llevados adelante por la versión joven de Jud Crandall, un personaje secundario muy valioso en la versión original, que esta vez como protagonista resulta más bien intrascendente.
Eso mismo ocurre con los acontecimientos que se narran, hay algunos momentos logrados sí, pero ninguno produce el mínimo sobresalto o al menos cierto impacto.
Aunque en el film de 1989 su historia era contada a través de un flashback que resultaba mucho más angustiante que toda esta película en sí, Timmy Baterman es el personaje más interesante y el encargado de oficiar como villano aportando las secuencias más logradas de esta intrascendente precuela tan fácil de ver como de olvidar.
5.8/10
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