Hace unos 20 años, Eli Roth debutaba como director con "Cabin Fever", película con la que triunfaría en la taquilla y que se convertiría en una trilogía.
Apenas dos años después de la tercera parte e intentando marcar un innecesario reinicio, en 2016 llegó este remake que no aporta absolutamente nada.
Copiando casi en su totalidad a la obra original, no tenemos más que un par de variaciones argumentales y la sensación de estar viendo lo mismo pero peor hecho.
En consecuencia, los actores son todavía más malos, la dirección carece de una entidad propia y sólo se pueden rescatar las muertes que siguen siendo sangrientas y mantienen cierto impacto gracias al aceptable trabajo de maquillaje.
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