Años 60. El programa de Corny Collins es el show más popular de todo Baltimore y muchos adolescentes sueñan con bailar en él. Tracy Turnbland ve cumplido su sueño apareciendo en el programa y convirtiéndose de inmediato en una estrella adorada por el público, pero también envidiada por sus compañeras de elenco.
Dentro de los musicales de los años ochenta podemos encontrarnos con varios que han trascendido el paso del tiempo gracias al público que lo rememora y recomienda sin importar los años que tenga encima. "Hairspray" es uno de ellos.
Moderando ese ácida y bizarra perspectiva que aplicó durante toda su carrera, John Waters dirigió una película más accesible de ver, ideal para disfrutar e incluso con cierta crítica social.
Canciones pegajosas, mucho (demasiado diría) baile, momentos absurdos donde la genialidad de Waters destaca como es habitual y mucho pero mucho spray para el cabello para narrar el paso al estrellato de la simpática Tracy.
La puesta en escena es simplista ya que se apoya completamente en el elenco, donde Ricki Lake se luce como esa adolescente que triunfa rompiendo estereotipos relacionados a su peso e incluso inicia un movimiento contra el racismo. La inolvidable Divine tampoco se queda atrás como su extravagante madre.
Si bien se queda lejos de otros musicales más logrados, "Hairspray" tiene bien ganado su título de película de culto que la ayudó a trascender el paso del tiempo y seguir vigente pese a tener ya más de 30 años encima.
6.9/10
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