Winnie the Pooh: Miel y sangre (2023)

Al ser abandonados por Christopher Robin, Winnie the Pooh y Piglet se convierten en feroces psicópatas que asesinan a todo aquel que ingresa al bosque de los cien acres.

Vencidos los derechos de propiedad sobre el popular oso y sus amigos, Winnie the Pooh pasó a ser de dominio público y -por lo tanto- cualquiera tiene el beneficio de utilizarlo evitando los problemas legales.

Sin perder tiempo, el director Rhys Frake-Waterfield llevó adelante una versión de terror donde el oso y Piglet se transforman en sanguinarios psicópatas que nada tienen que envidiarle a los asesinos en serie más representativos del cine.

Así nos encontramos con "Winnie the Pooh: Blood and Honey", un slasher típico hasta los máximos extremos y lleno de errores y defectos, pero que tampoco es un desastre y resulta bastante entretenido.

La historia es básicamente la misma de la mayoría de estas producciones: un grupo de jóvenes (en este caso amigas, una más descerebrada que la otra) viajan a una apartada casa donde comienzan a ser acechadas por un sanguinario psicópata.

La diferencia es que en este caso dicho asesino es nada más y nada menos que Winnie the Pooh, que ahora es una especie de humanoide deforme y lleno de resentimiento por el abandono de Christopher Robin, el cual destroza sin piedad a cualquiera que ingrese a su bosque.

Pésimas actuaciones, un notable bajo presupuesto y situaciones estúpidas por doquier se alzan como algunos de los mayores defectos del film; muertes sangrientas, un Winnie the Pooh implacable a la hora de matar y un ritmo llevadero lo salvan del desastre que muchos afirman que es (y no es tan así).

Al igual que en el pasado ocurrió con "Caperucita Roja" o "Blancanieves", "Winnie the Pooh: Blood and Honey" nos entrega la oportunidad de ver al icono infantil desde una perspectiva siniestra dentro de un slasher barato pero cumplidor.

5.8/10