X-Men Orígenes: Wolverine (2009)

Negándose a formar parte de un grupo de mutantes bajo las órdenes del coronel Stryker, Logan se aleja para comenzar una nueva vida en las montañas. Cuando su novia es asesinada por su hermano Victor, Logan decide ir tras él para vengarse con sus afiladas cuchillas dispuesto a hacerlo pagar, ya no como su hermano, sino como Wolverine.

Dentro de la carrera cinematográfica que los X-Men comenzaron en el 2000, hubo un personaje que resaltó mucho más que el resto y con el pasar de las entregas fue tomando cada vez más protagonismo hasta finalmente tener su propio spin-off dedicado a narrar sus orígenes.

Ese personaje no es otro que Wolverine, el mutante interpretado por el siempre efectivo Hugh Jackman que se adueñó completamente de uno de los tantos emblemas de Marvel, y que acá termina de consolidarse como uno de los superhéroes favoritos del público.

Desde la infancia, pasando por las guerras en las que batalló y hasta el momento donde adoptó el nombre por el que se lo conocería, "X-Men Origins: Wolverine" nos ilustra sin profundidad pero con la información suficiente el nacimiento (en todo el sentido de la palabra) de Wolverine.

Como en todas las películas de los mutantes, los efectos especiales son excelentes y gracias a eso hay secuencias de acción geniales hechas exclusivamente para el lucimiento de Hugh Jackman que por supuesto no decepciona.

El punto débil del film al igual que de la tercera entrega de la saga, es el guión, a la falta de profundidad se le suma la aparición de varios mutantes, entre los que se destacan dos de los más estigmáticos como Gambito y Deadpool, que tienen una participación tan secundaria que su destaque es mínimo.

De todas maneras y pese a sus fallas, "X-Men Origins: Wolverine" es una película entretenida de principio a fin que brinda prácticamente todo lo que uno se puede esperar de ella, y que sirve para reafirmar a Wolverine como uno de los superhéroes más emblemáticos del cine de acción.

6.9/10