Jesse y Astrid compran una aislada casa para vivir junto con su hija adolescente. Al tener un galpón dentro de la propiedad, Jesse encuentra el lugar ideal para pintar sus cuadros. Sin embargo, en esa casa se produjo hace poco un brutal crimen y pronto Jesse comienza a escuchar extrañas voces y a pintar perturbadoras figuras en sus cuadros.
Seis años después de rodar esa pequeña gran sorpresa australiana llamada "The Loved Ones", Sean Byrne regresa con "The Devil's Candy".
Sin alcanzar el nivel de su obra anterior, el director construye una película de terror genérica pero técnicamente impecable y con personalidad de sobra.
Con un marcado espíritu metalero, la historia nos presenta a una familia que se muda a una remota casa donde -por supuesto- comienzan a experimentar sucesos extraños.
Más allá de no ofrecer nada nuevo, no faltan los momentos perturbadores, la conexión diabólica con los cuadros es muy atractiva y los cuatro actores principales hacen un trabajo más que decente.
"The Devil's Candy" es una propuesta que no se atreve a arriesgarse en su desenlace, pero que se solidifica dentro del terreno tradicional donde se mueve siempre con el heavy metal como acompañante.
7.3/10
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